Mi fin de
semana en Barcelona dio para mucho, como ya comencé a contaros en anteriores
artículos. No sólo tuve el lujo y orgullo de ver al señor Lopatin hacer de las suyas en el CaixaForum, sino que acto seguido
pude disfrutar como un niño de la que dieron Swim Deep en el POP BAR de RAZZMATAZZ. La grandeza de estas jóvenes
promesas no cabía en aquel diminuto escenario, pues nos dieron un directo con
mayúsculas. Lo mejor: poder corear canciones tan icónicas de este año como “King City” o “Honey” de la manera más cercana posible a estos chavales.

Pero ahí no acabó la cosa; cuando dije que un fin de semana en Barcelona da
para mucho, realmente quise decir que da para muchísimo. Pues al día siguiente
teníamos invitaciones para nada más y nada menos que la que iba a liar Converse en la Sala Apolo con su “Make Noise Festival”. Casi nada.
Llegamos bien pronto porque no queríamos perdernos ni un detalle de lo que allí
iba a suceder. Un lugar tan emblemático de Barcelona, y del ocio y la cultura
como es la Sala Apolo, iba a dar cobijo por unas horas a tres de las bandas
ganadoras de un concurso que la marca llevó a cabo: además de tener la
posibilidad de grabar una sesión en el estudio de Converse Rubber Tracks, iban a vivir la increíble experiencia de
ser teloneros de la banda norteamericana Wavves.

Todo un orgullo que estas jóvenes bandas valoraron enormemente, deleitándonos
con tres grandes directos llenos de vida y entrega.
Les tocó allanar el terreno a los gallegos Fuzzipopes
& Devil’s Carpet, que tuvieron la grandísima responsabilidad de romper
el hielo ante un público incompleto, rígido y bastante frío. Aún así, no
dudaron en lanzarnos tralla y energía por todas partes, con esos toques de garage surfero que tanto nos mola.
Ligeras lagunas comprensibles en todo directo, pero que no detuvieron a estos
jóvenes en su afán por liarla. Nuestra más sincera devoción para el encargado
de las segundas voces y la pandereta, quién hizo lo que no estaba escrito para
conseguir descongelar al público tan apático con el que les tocó lidiar.
Juventud y descaro. No perdáis de vista su bandcamp, porque merecen una
oportunidad.

Y en poco tiempo llegaron los mallorquines Da
Souza, y con ellos, el bullicio. A la legua se podía percibir que, pese a
estar comenzando, no son unos neófitos precisamente. Con bastantes conciertos
en su haber, y una entrega apisonadora; su power
pop nos recordó incluso en ocasiones a The Strokes, y nos hizo entender en
seguida el llenazo instantáneo que se produjo con su entrada en escena. Una
nueva promesa patria, con los pies bien asentados, y que conviene que
recordemos. Por supuesto, imprescindible también echarle un ojo a su bandcamp.
Acto seguido, llegaron los salvajísimos Power
Burkas, que pese a las dificultades técnicas con las que tuvieron que codearse –perdí la cuenta de las cuerdas que rompieron; muy, muy ídolos-,
llegaron, clavaron su bandera y conquistaron el escenario con su enérgico
directo. Fue un torbellino fugaz donde nos golpearon con un garage rock de lo más
potente. Y además contaron con el increíble apoyo de un público entregado y
apasionado con su sonido, que incluso generó varios pogos durante la actuación.
Como dato curioso, mi cámara que todo lo ve, pilló a Nathan Williams y a Stephen
Pope (Wavves) echándole un
vistazo a la que estaban liando estos jóvenes, y no se les veía nada
disgustados. Si ellos los aprueban, tú no seas menos y échale un vistazo a su
bandcamp.

Y llegó el momento. No cabíamos en nuestro gozo. Hicieron acto de presencia, puntuales, y tras el calentamiento de unos teloneros de lujo, salieron a escena; y desde el minuto uno ya se podía sentir la incomparable energía que la banda californiana transmitía. Wavves dio el que para mí ha sido uno de los conciertos del año, regalándonos los que son ya himnos del rock surfero y sucio como “King of the Beach”, “Green Eyes”, ”Bug” o “Beat me Up”. Un huracán con nombre propio que trajo consigo un chorro de distorsión y que no dejó indiferente a ninguno de los presentes. Puesto que el público, como era de esperar, estaba viviendo al máximo su actuación. Además, tuve la oportunidad de darle la mano y felicitar por su directo al bajista y segunda voz de Power Burkas, antes de que se perdiera entre la muchedumbre a continuar dándolo todo desde las primeras filas.

Apostaron sobre seguro y trajeron un repertorio que gozó de la mejor acogida
posible, y como no podía ser menos, el público entregadísimo y vivo; dispuesto
a derrochar coros ensordecedores, saltos de aquí para allá, movimiento por
doquier, y en general, una locura de la que deseabas no escapar nunca.
Como apunte personal, eché a faltar su novedoso “Nine is God”, perteneciente a la tan afamada banda sonora de GTA V,
y que por alguna razón no incluyeron en su setlist. Una carencia que los de San
Diego supieron paliar de sobras, eso sí, trayendo temazos de su último disco, como el ensalzado “Demon to Lean”, entre otros.

Las luces iluminaron la sala, y de allí nos marchamos como si no hubiera pasado
nada. Como vino, se fue. Pero lo que habíamos vivido allí había sido increíble, una
auténtica fiesta que no nos habríamos querido perder por nada del mundo, y una prueba más que confirmar que las que Converse monta en la Ciudad Condal son citas
ineludibles en toda regla. En dos simples palabras resumimos lo que sentimos
después de este ejercicio de nostalgia: ¡QUEREMOS MÁS!
Converse, Make Noise Festival, WAVVES, y la madre de todas las juergas
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