Cine, amigos,
palomitas, tardes de otoño… Todo parece perfecto pero, ¿qué hacemos con el
precio de la entrada? ¿Cómo podemos permitirnos disfrutar de una de las
carteleras con más encanto del año?
Según los datos de Rentrak, el lunes acudieron al cine
335.000 espectadores, lo que supone un 550% de incremento en función del lunes
anterior y que generaron un aumento en la recaudación del 330%.
Los datos hablan por sí
mismos. Nos encanta ir al cine, pero no
nos lo podemos permitir. Un día cualquiera la entrada nos cuesta más de
seis euros y el día del espectador 5,80€; en estos momentos, ¿quién se puede
permitir ir al cine más de dos veces al mes? Prácticamente nadie. El mayor
problema está en la base, ya que muchos pretenden ganar más de lo que el
mercado está dispuesto a gastar, pero además hay que contar con la subida del
IVA cultural. Todo un cúmulo de causas que provocan que las salas estén vacías.
Una pena…
Se puede decir que hoy
en día el cine y disfrutar de una película comiendo unas palomitas y con buena
compañía, es un lujo al alcance de una minoría. Algo que parece muy paradójico
porque, ¿sabéis de dónde viene la
costumbre de comer palomitas en el cine? Hace unos días la revista Muy Interesante publicó un artículo que
respondía a esta curiosidad.
La costumbre tiene su origen en Estados Unidos durante los años de la Gran Depresión, la cual llevó a trece millones de norteamericanos al paro (esto nos resulta algo familiar). En aquellos momentos el principal medio de evasión era el cine, un espectáculo asequible para todos los bolsillos (esto nos resulta mucho menos familiar), y para mantener el estomago lleno solían comer palomitas, que era un alimento abundante en esos momento en EEUU y que permitían a los vendedores tener unas ganancias del 2.500%. Increíble ¿no? ¡Ahora ir al cine y comer palomitas nos sale alrededor de 10€! Que en una depresión como en la del 29 la gente pudiera tener un medio de evasión y estar más cerca de la cultura que en la de estos años, en mi opinión deja mucho que desear sobre el sistema y la sociedad actual.
La costumbre tiene su origen en Estados Unidos durante los años de la Gran Depresión, la cual llevó a trece millones de norteamericanos al paro (esto nos resulta algo familiar). En aquellos momentos el principal medio de evasión era el cine, un espectáculo asequible para todos los bolsillos (esto nos resulta mucho menos familiar), y para mantener el estomago lleno solían comer palomitas, que era un alimento abundante en esos momento en EEUU y que permitían a los vendedores tener unas ganancias del 2.500%. Increíble ¿no? ¡Ahora ir al cine y comer palomitas nos sale alrededor de 10€! Que en una depresión como en la del 29 la gente pudiera tener un medio de evasión y estar más cerca de la cultura que en la de estos años, en mi opinión deja mucho que desear sobre el sistema y la sociedad actual.
Con un precio razonable
y asequible, en especial en estos momentos, todos podríamos acudir con más
frecuencia al cine y desconectar por momentos de nuestra rutina. Además habría
más aforo, lo que indudablemente conllevaría a una mayor ganancia.
Pero bueno, prefiero
terminar hablando sobre lo que he visto estos días en las salas de cine y que
hacía muchos años no veía.
El lunes decidí ir a
ver El
quinto poder a las 20:30 de la tarde, quería conocer un poco más sobre WikiLeaks y sus fundadores. Suponía que
habría más gente de lo normal, ya que era una promoción digna de aprovechar,
pero no me esperaba la cola que tuve que hacer. Me sorprendía que un lunes
hubiera más gente para ir al cine que un sábado con película destacada y de
estreno. Había niños con sus padres impacientes por entrar que pedían
palomitas, grupos de jóvenes y hasta señoras mayores con su acreditación para
decidir la película. Me resultaba extraño, sinceramente no podía evitarlo,
nunca había visto tanta gente en el cine. El miércoles volví, esta vez escogí El
mayordomo. Gran película. Consiguió que una sala entera se emocionara,
y cuando digo entera digo ENTERA, no
cogía nadie más. Muy buena la banda sonora con esas voces negras que a muchos
consiguen ponernos lo pelos de punta y muy buena la historia, esa forma de
contar la lucha contra la segregación racial en EEUU y la reclamación de los
derechos de los ciudadanos negros. Al final de la película, toda la sala
aplaudió. Algo que tampoco veía últimamente en el cine.
Después de estos días,
solo nos queda decir que ha sido genial, una maravillosa idea pero que no es
eso lo que queremos. Queremos precios razonables, queremos ir con regularidad
al cine, queremos evitar ver todo en
internet y que nos den la posibilidad de acercarnos más a esa rama de la
cultura que tanto nos gusta.
Para terminar quiero decir la frase con la que terminó El mayordomo, algo que tenemos que tener presente para seguir reclamando derechos como el acceso a la cultura. Esa frase es: YES WE CAN.
¡Marchando al cine!
Reviewed by Unknown
on
12:17
Rating:
En Madrid sólo la entrada cuesta 10€, palomitas y refrescos aparte. Es una vergüenza la verdad.
ResponderEliminarMuy interesante el artículo ;)