Recuperando clásicos: El Lobo

“El Lobo”, dirigida por Miguel Courtois y galardonada con dos premios Goya, es una de tantas películas que a muchos nos suena el nombre, que decimos “esa peli era buena, tuvo buenas críticas” pero que sin embargo, ha pasado desapercibida para un gran porcentaje del público. Es también una de esas películas que lucha contra el tópico de lo rancio del cine español, con una selección de actores de la tierra, haciendo unos papeles espectaculares, en una historia real que nos dirá mucho sobre el funcionamiento de la España de la década de los 70. 

Eduardo Noriega da vida a Txema Loygorri, alias “Lobo”, personaje basado en Mikel Ejerza, el cual se infiltró en la organización terrorista ETA, bajo el mando del SECED (Servicio Central de Documentación, servicio secreto de la dictadura, abuelo del actual CNI). Al principio un vasco más o menos comprometido con “la causa”, su precaria situación económica le llevará a ponerse al servicio de Ricardo, agente del SECED encarnado por José Coronado, que no dudará en usar a su nuevo fichaje para sus propios fines. 

Santiago Ramos y Eduardo Noriega

 A estos dos personajes se suma un elenco de secundarios cuyas actuaciones brillan con luz propia, como Silvia Abascal en el papel de Begoña, mujer de Txema, o un magnífico (si bien algo sobreactuado como es su costumbre) Santiago Ramos en el papel de Pantxo, agente del SECED bajo el mando de Ricardo, que será el único personaje al que podamos tomar cariño en esta turbia historia, que cuenta una realidad demasiado verdadera sobre nuestra historia y nuestra política.

¿Adivinan que actor encañona a Noriega? El mismísimo Alex O'Doherty en un pequeño rol de reparto

En el bando antagonista, son dignas de mención las actuaciones de Patrick Buel y Jorge Sanz en los papeles de Nelson y Asier respectivamente, dos cabecillas de ETA enfrentados entre sí, que serán los encargados de mostrarnos la ideología y pensamiento de la banda terrorista.

La cinta, estrenada en 2004, es ágil, rápida, intensa, y mantiene al espectador pegado a la pantalla en todo momento, sin irse por las ramas en ningún momento, y sin caer en el error de la acción frenética y fácil, un guión (obra de Antonio Onetti) cuidado y realista que no se toma demasiadas licencias con respecto a la historia original, manteniendo aún así una emoción y suspense que nada tienen que envidiar de los productos que nos traen desde el otro lado del charco.

 Mención especial merece el tema Highway Star de los británicos Deep Purple, que nos acompaña  en uno de los momentos más memorables del film.